El motor
de todas las conductas del ser humano encuentra su base en el nivel de energía
vital del que disponga en cada momento su organismo. Esa energía se relaciona con aspectos
emocionales de actitud o predisposición para la realización de las tareas y
actividades de la vida diaria, están en relación directa; esto es cuanto mayor
sea esa energía vital, mayor será –entre otras– la predisposición a realizar
tareas. En la misma dirección se
encuentra el estado de bienestar físico y salud, que también será mayor. Estamos hablando de condición o
acondicionamiento físico. Esto no es algo que suceda de forma espontánea –como
sucede con la maduración o el envejecimiento–
requiere de una acción que la mantenga o que la desarrolle, esta acción
es el entrenamiento y su planificación.
Las
personas con Síndrome de Down, disponen de una serie de características
fisiológicas, que en buena medida configuran una situación desventajosa en su
maduración y envejecimiento (como son las cardiopatías, problemas hormonales,
vías respiratorias menos eficientes, antropometría menos eficiente, musculatura
hipotónica) frente a la población no Down que intervienen en el empeoramiento
de esa energía vital de la que se hablaba en el párrafo anterior. Es por ello que se hace necesario un programa
específico de Acondicionamiento Físico para adultos con Síndrome de Down.
Juan Ramón Villar Rivera
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